Buenos dias señores estudiantes de terceros de ccss electricidad industria del vestido por favor realizar el resumen del tema gracias
Buen uso del vocabulario
LAS palabras son instrumentos
poderosos de comunicación. No obstante, para que cumplan un propósito
específico, tenemos que escogerlas con cuidado. Una palabra puede ser
apropiada en una ocasión, pero quizá tenga un efecto negativo en otras
circunstancias. Una expresión muy descriptiva o vívida, utilizada
impropiamente, puede convertirse en una “palabra que causa dolor”.
El uso de tales expresiones tal vez sea indicativo de un habla
irreflexiva y desconsiderada. Algunos términos, por tener un doble
sentido, pueden ser ofensivos o denigrantes (Pro. 12:18; 15:1). Por otra parte, “la buena palabra” —la que imparte ánimo— regocija el corazón del oyente (Pro. 12:25).
Encontrar los términos adecuados supone un esfuerzo, incluso para la
persona sabia. La Biblia dice que Salomón fue consciente de la necesidad
de hallar “palabras deleitables” y “palabras correctas de verdad” (Ecl. 12:10).
En algunos idiomas se usan ciertas
expresiones para dirigirse a las personas mayores o a las que ocupan un
puesto de autoridad, y otras para las que son de la misma edad o más
jóvenes. Pasar por alto estos tratamientos de cortesía es de mala
educación. También es muestra de mal gusto atribuirse a sí mismo
expresiones de respeto que las costumbres locales reservan para los
demás. En lo que respecta a la honra, la Biblia es más exigente de lo
que puedan serlo la ley o tales costumbres. En ella se exhorta a los
cristianos a ‘honrar a hombres de toda clase’ (1 Ped. 2:17). Quienes siguen sinceramente este consejo hablan de manera respetuosa a personas de todas las edades.
Con mucha frecuencia, quienes no son
cristianos utilizan lenguaje grosero y vulgar. Quizá piensen que así
añaden fuerza a lo que dicen, o tal vez solo sea reflejo de un
vocabulario tristemente deficiente. Si alguien solía expresarse de esta
forma antes de aprender los caminos de Jehová, puede que le resulte
difícil romper el hábito, pero no es imposible lograrlo. El espíritu de
Dios puede ayudarle a cambiar. Ahora bien, tiene que estar dispuesto a
adquirir un nuevo vocabulario enriquecido con palabras que impartan lo
que sea favorable, que sean edificantes, y luego, utilizarlas con
regularidad (Rom. 12:2; Efe. 4:29; Col. 3:8).
Vocabulario fácil de entender. Un requisito fundamental del buen vocabulario es que sea fácilmente comprensible (1 Cor. 14:9). Si los oyentes no entienden con facilidad las palabras que empleamos, les parecerá que les hablamos en un idioma extranjero.
Algunos términos tienen un
significado especializado para las personas de una determinada
profesión; son parte de su jerga diaria. Pero utilizados en un marco
indebido pueden reducir su capacidad para comunicarse. Además, aunque
empleemos palabras sencillas, si ahondamos demasiado en los detalles, es
posible que nuestros oyentes dejen de prestar atención y empiecen a
pensar en otros asuntos.
El orador considerado escoge
palabras que puedan entender hasta los oyentes cuya educación es
bastante limitada. De ese modo imitan a Jehová, quien muestra
consideración “al de condición humilde” (Job 34:19).
Si al discursante le resulta necesario utilizar un vocablo poco común,
debe emplearlo en frases simples que aclaren su significado.
Las palabras sencillas y bien
escogidas comunican las ideas con fuerza. Las oraciones cortas y las
expresiones simples son fáciles de entender. Estas pueden intercalarse
entre frases más largas para que el discurso no parezca entrecortado.
Pero las ideas que deseamos que el auditorio recuerde es mejor
expresarlas con sencillez y concisión.
Vocabulario variado y preciso. Las
buenas palabras no escasean. Utilice un léxico variado y no emplee
siempre las mismas expresiones para toda situación. De ese modo la
disertación será viva y expresiva. Pero ¿cómo ampliar el vocabulario?
Al leer, marque las palabras que
no entienda bien y búsquelas en el diccionario. Escoja unas cuantas y
procure emplearlas cuando sea apropiado. Asegúrese de pronunciarlas
correctamente y de utilizarlas en el contexto debido, y no solo para
atraer la atención. Si amplía el vocabulario, su expresión oral será más
variada. Pero hay que tener cuidado: si pronunciamos o utilizamos mal
los términos, quienes nos escuchen llegarán a la conclusión de que
no sabemos de qué estamos hablando.
Nuestro propósito al ampliar el
vocabulario es informar, no impresionar a los oyentes. El lenguaje
complejo y altisonante centra la atención en el hablante. Nuestro deseo
debe ser el de comunicar información valiosa y hacerla interesante a los
que la escuchan. Recordemos el proverbio bíblico: “La lengua de los
sabios hace el bien con el conocimiento” (Pro. 15:2).
Si usamos palabras bien escogidas y adecuadas, fácilmente
comprensibles, nuestras expresiones no serán aburridas ni carentes de
atractivo, sino refrescantes y animadoras.
Procure emplear las palabras con
precisión a medida que vaya ampliando su vocabulario. Hay términos que
tienen un significado similar, pero matices ligeramente distintos para
usarse en diferentes circunstancias. Si es consciente de ello, mejorará
la claridad de su lenguaje y evitará ofender a los oyentes. Escuche con
atención a las personas que hablan bien. Hay diccionarios que incluyen
bajo cada entrada los sinónimos (palabras de significado similar, aunque
no idéntico) y los antónimos (palabras de significado contrario).
En algunos de ellos no solo encontrará diferentes expresiones para
comunicar la misma idea, sino también los matices de significación que
las distinguen. Le resultarán muy útiles cuando busque el término
preciso para una determinada circunstancia. Antes de añadir una palabra a
su vocabulario, asegúrese de que sabe qué significa, cómo pronunciarla y
cuándo emplearla.
Las expresiones específicas
transmiten una imagen más clara que las generales. Un orador pudiera
decir: “En aquel entonces, mucha gente enfermó”. O también: “Después de
la primera guerra mundial, en pocos meses, murieron 21.000.000 de
personas debido a la gripe española”. La última frase, en la que el
orador precisa el significado de “aquel entonces”, “mucha gente” y
“enfermó”, es mucho más clara. Para expresarse de esa manera, es
necesario conocer los hechos relacionados con el tema y también usar con
precisión el vocabulario.
Emplear los términos adecuados
también le permite comunicar las ideas sin ser verboso. Mientras que la
verbosidad oscurece las ideas, la sencillez facilita la comprensión y
retención de los hechos importantes. Ayuda a transmitir conocimiento
exacto. La enseñanza de Jesucristo sobresalió por su lenguaje sencillo;
aprenda de él (véanse los ejemplos de Mateo 5:3-12 y Marcos 10:17-21). Practique para expresarse con concisión valiéndose de un vocabulario preciso.
Palabras que aportan expresividad, viveza y sentimiento. Al
ampliar su vocabulario, no piense solo en nuevas palabras, sino también
en aquellas que posean características particulares. Por ejemplo,
verbos que tengan fuerza; adjetivos que añadan viveza, y expresiones que
den un toque de calidez, bondad o fervor.
La Biblia está llena de ejemplos de lenguaje expresivo. Jehová exhortó a través del profeta Amós: “Busquen lo que es bueno, y no lo que es malo [...]. Odien lo que es malo, y amen lo que es bueno” (Amós 5:14, 15). El profeta Samuel dijo al rey Saúl: “Jehová ha arrancado hoy de ti el regir real de Israel” (1 Sam. 15:28). Cuando habló a Ezequiel, Jehová utilizó un lenguaje difícil de olvidar, al decirle: “Todos los de la casa de Israel son de cabeza dura y de duro corazón” (Eze. 3:7). Resaltando la gravedad del mal comportamiento de Israel, Jehová preguntó: “¿Robará el hombre terrestre a Dios? Pero ustedes me están robando” (Mal. 3:8). Al relatar una prueba de fe en Babilonia, Daniel escribió vívidamente que “Nabucodonosor mismo se llenó de furor” debido a que Sadrac, Mesac y Abednego no quisieron adorar su imagen, de modo que mandó que se les atara y arrojara al “horno ardiente de fuego”. Para ayudarnos a comprender la intensidad del calor, Daniel escribió que el rey dijo a sus hombres que “se calentara el horno siete veces más de lo que se acostumbraba calentarlo”, tanto que cuando estos hombres se acercaron a él, murieron (Dan. 3:19-22).
Hablando a los habitantes de Jerusalén pocos días antes de su muerte,
Jesús dijo con gran sentimiento: “¡Cuántas veces quise reunir a tus
hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero ustedes no lo quisieron. ¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes” (Mat. 23:37, 38).
Las palabras bien escogidas
comunican vívidas impresiones mentales. Si usa términos que apelen a los
sentidos, los oyentes “verán” y “tocarán” aquello de lo que habla,
“gustarán” y “olerán” los alimentos a los que se refiere, y “oirán” los
sonidos que describe y a la gente que menciona. El auditorio estará absorto en lo que dice porque le ayudará a vivirlo.
Hay términos que, por su gran
expresividad, pueden hacer reír o llorar. Generan esperanza, pues
infunden ilusión de vivir al desalentado y refuerzan su amor al Creador.
La esperanza que engendran las palabras que hallamos en pasajes
bíblicos como Salmo 37:10, 11, 34; Juan 3:16, y Revelación 21:4, 5, ha influido profundamente en la vida de muchas personas por toda la Tierra.
Al leer la Biblia y las publicaciones del “esclavo fiel y discreto”, observará una gran variedad de palabras y frases (Mat. 24:45). Que no se queden en la página impresa. Escoja las que más le gusten e incorpórelas a su vocabulario diario.
Hable de forma gramaticalmente correcta. Algunas personas son conscientes de que no siempre hablan de manera gramaticalmente correcta. ¿Qué pueden hacer?
Si aún vas a la escuela, aprovecha
ahora la oportunidad de aprender bien las normas gramaticales y un buen
vocabulario. Si no estás seguro de la razón de una norma en particular,
pregunta al profesor. No tomes el estudio a la ligera. Tienes una
motivación de la que carecen otros estudiantes: tú deseas ser un buen
ministro de las buenas nuevas.
¿Y si usted ya es mayor y aprendió
de pequeño un idioma diferente del que hoy habla, o no tuvo la
oportunidad de recibir una buena educación en su idioma? No se
desaliente. Antes bien, esfuércese por mejorar y hágalo por causa de las
buenas nuevas. Muchas de las normas gramaticales las aprendemos
escuchando hablar a los demás. Así pues, escuche atentamente a los
oradores que tienen experiencia. Al leer la Biblia y las publicaciones
basadas en ella, fíjese en la estructura de las frases, las palabras que
se utilizan juntas y el contexto en el que se emplean. Tómelo como
modelo en su habla cotidiana.
Algunos presentadores y cantantes
famosos usan expresiones y estilos de hablar que no son gramaticalmente
correctos, y la gente suele imitarlos. Los traficantes de drogas y otros
individuos delincuentes o inmorales también tienen su propio
vocabulario y atribuyen a las palabras significados distintos a los
usuales. No es prudente que los cristianos imiten a estas personas,
pues, de hacerlo, se identificarían con esos elementos del mundo y su
modo de vivir (Juan 17:16).
Adquiera el hábito de hablar bien
todos los días. Si permite que su lenguaje cotidiano sea descuidado,
no espere expresarse bien en ocasiones especiales. Pero si emplea un
buen vocabulario en la vida diaria, este acudirá con facilidad y
naturalidad cuando esté en la plataforma o cuando dé testimonio de la
verdad.
GRACIAS LICENCIADA POR LA INFORMACIÓN .
ResponderBorrargracias licen por la informacion
ResponderBorrar
ResponderBorrargracias licen por la información
3 ro Técnico Electricidad
CAT LA MERCED: Isabela Alvarado, 3° BGU CIENCIAS
ResponderBorrarBuenos noches licen gracias por la tarea.
GRACIAS LICENCIADA POR LAS INDICACIONES Y LAS TAREAS
ResponderBorrarROSA MAZA 3RO BGU
Gracias licen por la tarea
ResponderBorrarCAT: La Merced
Curso: 3ro Ciencia
gracias licen por la tarea 3ro bgu
ResponderBorrargracias licen por la tarea 3ro bgu
ResponderBorrarGRACIAS LICENCIADA POR LA INFORMACIÓN CORRESPONDIENTE.
ResponderBorrarBuenas noches lic. gracias por la información
ResponderBorrarCAT LA MERCED
AMANDA FUENTES
3° CIENCIAS